Notre jour viendra, Romain Gavras

Resultaría demasiado evidente y sencillo hablar sobre esta película en relación a lo excluidos que son/se sienten /están los pelirrojos (algo que nunca comprendí), pero es mucho más serio pensar que se trata de una película de ciencia ficción, y sí, lo digo totalmente en serio. De acuerdo, no se trata de una ciencia ficción tan evidente como el videoclip que grabó el mismo director para MIA, pero es lícito pensar que podemos introducirnos en un mundo de ciencia ficción. Es justo, de hecho, decirlo con rotunda seguridad.

¿Por qué los pelirrojos? No vale la excusa de pensar que siempre han sido maltratados y vejados y apartados y repudiados por el resto de la sociedad, no vale porque no me lo creo: ni antes, ni ahora. La cuestión es por qué Gavras se centra en los pelirrojos obviando el hecho social (que además de no ser creíble bajo mi punto de vista, es muy facilón, ¿no?). Vayamos por la vertiente menos sencilla: el color rojo: color que indica prohibición, peligro y pasión. Incomoda, el color rojo..., aunque también significa sex(n)ualidad. Vayamos por la vertiente compleja: pelirrojos porque sí y porque es una película de ciencia-ficción. Es una película de ciencia ficción porque no existe otro mundo que el de los pelirrojos y porque los dos protagonistas quieren un mundo de pelirrojos: ¡arriba los pelirrojos! ¡Nuestro día llegará! Pero para ello, lo primero es reunir a todos los pelirrojos del mundo en un lugar y planear el golpe definitivo, la obra maestra y sublime, y ese sitio será Irlanda. La isla se convertirá, desde el mismo momento en el que los personajes quieren ir a ella, como una lejana Ítaca a la que nunca llegarán, porque lo primero de todo es conocerse a uno mismo, claro, claro. Y aquí entra en juego la personalidad y la construcción de los personajes.

El jovencito es una persona que duda de su sexualidad, es blanco de mofa y burla y no es capaz de superar la ausencia de una figura paterna en su vida. El madurito es la viva imagen del jovencito pero con veinte años más, pasado de rosca y buscando un chute de adrenalina constante por lo que llegamos a la conclusión, aparte de su adicción a las patatas fritas, que su vida, a estas alturas, no tiene mucho sentido. Es un personaje fuerte, decidido, seguro. Y pelirrojo. Coge el coche y se encuentra al jovencito en la carretera. Éste es inseguro, vergonzoso, introvertido y homosexual (aparentemente). Y pelirrojo también. A medida que avanza la película y el pelirrojo maduro convence al pequeño pelirrojo imberbe de que sea una persona segura y decidida, la personalidad de los personajes se invierten. Ahora el joven es el amo y el maduro es el perro. Pero sólo aparentemente, claro, como se puede comprobar más adelante. Experiencia/inexperiencia, esperanza/desazón, lucha/pasividad, coraje/sosiego... Pero dos caras de una misma moneda. Cuando uno mira al otro lo que ven es un espejo.

Quizás ambos personajes busquen lo mismo: un paraíso para los pelirrojos donde evadirse y donde poder pasar desapercibido, nada de revoluciones; descanso, paz..., no llamar la atención, ser uno más, porque, en definitiva, ambos han sufrido mucho (mucho) su mutación genética. Sí.



(lo mejor: el comienzo con el famoso Rachmaninoff prediciendo el final de la película y..., ¿más profunda que el videoclip de MIA? Lo peor: muchísimo menos espectacular que el videoclip de MIA).

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