La academia de las musas

Regalar el cielo, con letra azul en cartulina roja,
fue la manera en la que me drogaste de afecto;

embriaguez lineal cerca de la farola de tu casa,
cerca del mausoleo, ese que está al lado del bar. 

Siempre imperó la carne, pero con el tiempo me
di cuenta de que eran tus palabras, escritas en hojas
de cedro, las que contorneaban dentro de mis venas.

No soy tu musa.
Soy evos irrevocables de resistencia.